martes, 31 de mayo de 2011

Capítulo 7.

Llegó el fin de semana y cada vez tenía más ganas de verlo, y de que me explicara todas esas cosas sin sentido que rondaban por mi cabeza de adolescente.
Lo llamé muy seria para quedar con él. Tenía miedo de que la respuesta fuese que sí. Podía sentir como se me comprimía el pecho y me quedaba casi sin aliento. Pero decidí quedar con él, tenía que quitarme esta maldita venda de mis ojos.
Quedé con él en el parque de siempre, y por lo que vi, llegaba tarde. Ya eran más de las cinco y odiaba que fuera impuntual, y sobretodo si tenía esta duda devorándome por dentro.
Por fin apareció, y corrí hacia él. Me fue a dar un beso, pero le aparté la cara. Se quedó mirándome extrañado y no tuvo más remedio que decir un: “¿Qué te pasa?
Y yo aproveché para expresar y sacar cada uno de mis sentimientos.
                   -     ¿Que qué me pasa?
-           ¡Sí! Si lo supiera no te estaría preguntando.
-          Pues me pasa que me he enterado de que me has sido infiel con otra.
Dime si es verdad por favor, es mejor ahora… me hará menos daño.
-          ¿Cómo? ¿Quién ha dicho eso?
-          No se quién es. Solo se que está en mi instituto, pero no ha querido dar
información, ni nombres, ni nada… Solo se ha entretenido en dejarme con esta maldita duda, así que, por favor, dime la verdad.
Se quedó un momento mirando al suelo y luego me dijo:
-          ¿Pero no ves lo que pasa? ¿No te das cuenta?
-          ¿Qué pasa de qué? ¿Qué dices?- se me iba agotando la paciencia.
-          ¡Que todo esto es un invento de cualquiera para separarnos! Y que no
me extrañaría nada que fuera cualquiera de las amigas de tus enemigas o ago así. Yo te juro que no te he sido infiel, además, ¿cómo puedes dudarlo? Yo jamás sería capaz de hacerte una cosa así Carol. Eres lo mejor que me a pasado en la vida y no lo voy a echar a perder por lo que diga la gente. Pienso luchar por lo nuestro, no te voy a dejar ir.
No sabía que decir.
-          Anda ven- me dijo. Y acto seguido me abrazó como nunca antes lo
había hecho. Era increíble. Ya no tenía dudas, él no podía hacerme eso.
-          Lo siento… Siento haber desconfiado de ti.
-          No, no pasa nada. Si te entiendo. Yo también me hubiera preocupado y
hubiera hecho muchas preguntas. Tranquila.
-          Eres el mejor, Javier.
-          Sabes que no. Oye, y por qué no quedamos mañana Sábado, y vamos
a donde tú quieras.
                  -      ¡Vale! Me parece perfecto.
          Y nos besamos. 

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