miércoles, 18 de mayo de 2011

Capítulo 3.

A la mañana siguiente creí estar en un sueño. No podía borrar esa sonrisa de la cara cada vez que pensaba en él, me pasaba el día escribiendo nuestra fecha: Cinco de Abril, Cinco de Abril, Cinco de Abril…
Era como una obsesión, lo mío no era normal. No pensaba nada más que en sus besos, su mirada, su sonrisa… me encantaba.
Llamé corriendo a mi mejor amiga en cuanto cogí el teléfono.
-          ¿María?
-          ¿Sí, quien es?
-          ¡Soy yo, Carol!
-          ¡Carol! ¡Ahora mismo estaba pensando en ti! Obligatorio contarme como te fue anoche, ¿eh? ¡Si no, no cuelgo!
-          ¿Con detalles?
-          ¡Claro, tonta!
-          ¿Segura?
-          ¡Que si, vamos!
-          Vale, vale. Pues estuvimos dando vueltas anoche hasta que llegamos a un parque en el que enterró dos cosas nuestras para que tengamos un recuerdo de nuestro amor. Fue muy romántico, estoy encantada con él, de verdad. Luego te cuento con todo detalle.
-          ¡Oh que bonito! ¿Hubo beso? ¿Hubo beso? ¡¿Hubo beso?!
-          Si María… estoy como en las nubes.
-          Eso es lo mejor de todo, el primer beso nunca se olvida Carolina. Tenlo eso siempre en cuenta. Es una sensación que solo se vive una vez, mágica como ella misma.
-          Uf, ni que lo digas tía. Fue precioso, para bien o para mal, lo que viví ayer nunca se me olvidará.
-          Lo sé, siempre pasa. Se te queda estancado en la memoria como recuerdos que nunca olvidas.
-          Sí. Por cierto, ¿y tu como vas con Miguel? Que hace ya que no me cuentas nada de él.
-          Pues vamos bien, lo que pasa es que a veces me siento un poco aprisionada, como si  no me dejara respirar. Ya sabes que yo las cosas las digo así, claras y directas.
-          Lo se, no hace falta que lo jures. Quizás tienes que darle un tiempo, déjale que se acostumbre a estar contigo. Miguel no es tonto, sabrá que necesitas espacio.
-          Uf, eso espero Carol.
-          ¡Claro, ya verás! Bueno María te dejo ya que tengo que hacer deberes. Esta tarde que damos. ¡Te quiero!
-          Vale Carol. ¡Yo también te quiero!

Las horas se me hacían interminables allí en mi dormitorio. No podía ver más allá del montón de hojas de deberes que tenía delante de mí. Menos mal que era hábil y los hacía con rapidez. De repente, sonó mi móvil. Era un mensaje de Javier. Lo abrí desesperadamente:

Quisiera invitar a la señorita Carolina Ruiz a dar un paseo en esta maravillosa tarde para pasar
uno de los mejores momentos de mi vida junto a usted, ya que ayer me faltaron horas para
permanecer a su lado. Esperare impaciente su respuesta.
Llevamos menos de un día y ya me siento como tocando el cielo. Eres todo lo que necesito
Carol. Te quiero.

Y otra vez se dibujó esa sonrisilla en mi cara. Javier era adictivo para mí. No lo podía explicar con palabras, mis sentimientos llegaban más lejos. Ya estaba pensando en qué ponerme, iba a ser una tarde estupenda.
Quedé con él a las cinco. Informé a María de la situación por si mi padre sospechaba o preguntaba algo.

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