miércoles, 18 de mayo de 2011

Capítulo 5.

Suena el despertador. ¿Las ocho de la mañana? ¡Venga ya! ¡Pero si hace nada me acosté! Supongo que no he dormido muy bien, y lo peor de todo: ES LUNES.
Me levanto de la cama, y enciendo la música. Suena una canción de Coldplay. La dejo sonar y me voy a la cocina. Mis padres y mi hermana Rosa aún dormían así que mi hice unas tostadas por que recordé que mi hermana no tenía que ir al colegio ya que su clase se iba de excursión y ella no iba.
Después de desayunar, me quité el pijama, me puse unos vaqueros y una camiseta azul básica y me fui al baño.
Empecé a cepillarme los dientes y bailando a la vez. Un día de estos me iba a caer y menuda gracia me iba a hacer. Cuando terminé cogí la mochila y me fui pitando para el instituto.

Cuando llegué empecé a recordar… ¿qué clase me tocaba? ¡Ah, si! La once, historia. En la puerta me encontré a mis dos increíbles amigas: Lourdes y Julia.
Me acerqué a ellas y las saludé. Lourdes me sonrió con aquella sonrisa que solo ella sabía poner y me encantaba por que cuando se ríe su cara expresa la alegría en su puro estado. Julia me dio dos besos y un abrazo de los suyos, siempre dispuestos a alegrarte el día. Ellas dos eran diferentes, pero eran las dos unas amigas geniales. Lourdes a parte de su sonrisa, me encanta su forma de ser. Y es que aunque no lo demuestre a veces, les acaba cogiendo cariño a las personas de su alrededor y viceversa por que es encantadora, la especial la forma que tiene de demostrárselo a los demás, con sus abrazos que te dejan sin aliento alguno o con alguna de sus sonrisas.
Julia es más tímida, pero es igualmente encantadora. Hace que le cojas cariño en el instante en el que la conoces. Siempre está ahí para apoyarte y decirte lo mucho que vales. Es una de esas personas que realmente necesitas en tu vida, una persona de confianza.
Estuvimos hablando y les conté lo de Javier y ¡no lo podían creer! Les dije que necesitaba su ayuda a la hora de salir para que no me pillaran mis padres y aceptaron encantadas. Llegó María y seguimos hablando de lo mismo.
-          Yo creo que  no le gusta mucho la idea de llevarlo en secreto-dije con la mirada caída.
-          Hombre, yo creo que mucha gracia no le tiene que hacer, pero si te quiere ¡aguantará!- dijo Lourdes con una de sus sonrisas.
-          ¿Tu crees?- dije preocupada.
-          ¡Pues claro nena! Ya verás como todo sale bien, además estamos nostras para ayudarte ¡siempre que quieras!- dijo María.
-          Claro tía, lo que necesites siempre aquí.- dijo Julia.
-          ¡Sois las mejores!- dije llena de felicidad.
Las próximas horas se me hicieron eternas. Las horas del reloj parecían que iban en sentido contrario y que el tiempo iba más lento de lo normal.
Pensé que no podía ver a Javier entre semana, por que con el lío de los deberes y que los llevamos en secreto poco lo podré ver. Me desanimé más todavía, así que decidí no pensar en eso. Hoy tenía que hacer de un normal uno especial, aunque no estuviera con él. No me quedaba otra que acostumbrarme, o… escaparme.

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