viernes, 18 de noviembre de 2011

Capítulo 19.


-         ¡Ajá! ¡Te gané!- dijo con una sonrisa triunfante en la cara.
-         Eso ya lo sabía yo, yo no valgo para correr.- y lo decía en serio, era un desastre para el deporte.
-         Pues cuando quieras quedamos, ¡que te voy a convertir en una de las mejores deportistas!- se rió.
-         Lo tienes difícil, pero vale- yo también me reí.
-         De momento esto queda confiscado- y me quitó el pañuelo que cogí esta mañana- ¿Algo tengo que recibir por haberte ganado, no ?- y se rió
-         ¡Ja, Ja! Bueno, ya te lo robaré- y le guiñé el ojo.
Entramos a la clase, llegábamos justo a tiempo. El profesor entraba justo detrás de nosotros. Y algunos ya se estaban sentando en su silla.
-         Uf, por poco, ¿eh?- le dije a Raúl.
-          Pf, ni que lo digas- y me sonrió.

Empezamos la clase, historia para ser más concretos. El profesor no paraba de explicar, y nosotros de tomar apuntes. Cuando acabó la clase, fui a mi taquilla y cogí el móvil. Tenía un mensaje de Javier:

Carol estoy ya en la salida de tu instituto, cuando salgas de la clase vete al sitio del otro día, te espero allí.
Te quiero.

Pero antes de que le pudiera responder apareció Raúl. Bloqueé el móvil y lo metí en mi bolsillo.
-         Carol, ¿vas a salir ya?
-         Si, ¡un momento! - saqué de nuevo el móvil y le contesté. Solo me dio tiempo a ponerle un simple “vale”, por que Raúl me esperaba y parecía tener prisa.- Ya está Raúl, ¡podemos irnos!- y le sonreí.
Llegamos a la salida, estuve buscando a Javier un buen rato con la mirada pero no le veía. Mientras, hablé con Raúl por que me fijé de que tenía el pañuelo que me quitó esta mañana. Intenté quitárselo, pero no me lo puso nada fácil.

Hizo que corriera detrás suya, con la escusa de que “me estaba entrenando para que me convirtiera en una gran deportista” y por si fuera poco él era más alto que yo, y supo aprovecharse de eso. Alzaba las manos y ponía el pañuelo la más arriba que podía y yo, como no, tenía que saltar.
-         Raúl, si sabes que no puedo contigo, dame ya el pañuelo- y le puse una de mis mejores caras de convicción.
-         ¡Bueno, vale! Tienes suerte de que sea tan bueno y compasivo ¡Ja, Ja!
-         ¿Bueno y compasivo? ¡Tu lo que tienes es prisa! Si no me dejas aquí hasta las cinco de la tarde- y me reí.
-         ¡Ja, Ja! ¡Cómo me conoces, Carol! Anda, toma.- sacó el pañuelo de la mochila y en vez de dármelo en la mano me lo puso él directamente en el cuello- Te sienta muy bien este pañuelo- y me sonrió.
Pero antes de que pudiera dar gracias o al menos sonreír, escuchamos un fuerte grito. Me giré lo más rápido que pude, era Javier. ¡¿Qué estaba haciendo?! ¡¿Por qué gritaba así?!
Veía como se aproximaba hacia nosotros, y se le notaba muy enfadado. Estaba muerta de miedo, por que no sabía ni qué iba a hacer, ni por qué y lo que es peor… a quién. Pero estaba segura de que pronto se me resolverían todas mis dudas.

martes, 13 de septiembre de 2011

Capítulo 18.


Las horas se me hacían interminables sin él a mi lado. Daban igual todas las horas que estuviera con él, todos sus besos, sus caricias, sus “te quiero”… todo daba igual si después nos separábamos, le echaba tanto de menos.

Y así pensando en él me dormí. Cuando me desperté no recordaba nada, ni cuando ni por qué me había dormido. Ni siquiera sabía cuantas horas había estado durmiendo. Miré el reloj de mi habitación. ¡¿Las ocho y cuarto de la mañana?! No puede ser, llego tardísimo.
Me levanté de la cama corriendo, me puse los primeros vaqueros que encontré y una camisa blanca. Cogí un pañuelo por si acaso refrescaba y me puse la mochila.
Fui hasta la cocina y le cogí a mi madre unos de los cruasanes todavía calientes de la mesa.
-         Hija, ¿a dónde vas con tanta prisa, cielo?
-         Mamá, llego tarde al instituto. Me he dormido, me tengo que ir pitando.
-         Bueno espérate a que te prepare un vaso de leche o algo, que tienes que desayunar algo más.
Vi que se levantó de la mesa que teníamos en la cocina y que se iba a dirigir a la nevera.  Fui hasta donde estaba ella.
-         Mamá se que me vas a matar pero no puedo pararme a desayunar, ¿vale? Como llegue tarde me matan. Mira, después si quieres a la hora de comer me hinchas a comida.- y nos reímos.
Parece que se quedó más convencida. Le di uno de mis besos en la mejilla, que tanto le gustaban. Y la dejé así, con una sonrisa en la cara.

Bajé las escaleras, salí de mi casa y justo cuando cerré la puerta para marcharme alguien me llamó.
-         ¡Carol, Carol!
La voz me sonaba, y no había nada más por la calle. Supongo que se refería a mí, así que me giré.
¡Anda! Era Raúl, mi compañero de clase. Vivía cerca de mí y nos llevábamos muy bien. Él siempre estaba dispuesto a ayudarme, era un cielo de persona. De hecho, era uno de mis mejores amigos, por no decir el mejor.
-         ¡Raúl! Que, ¿tu también te has dormido o qué?- y me eché a reír.
-         Pf, vaya Carol. El despertador que no me ha sonado.
-         Bueno suele pasar, aunque como no nos demos prisa nos van a poner un retraso que no veas…
-         ¡Venga, te hecho una carrera!- dijo con entusiasmo.
-         ¿Qué? ¿Estás loco?- me reí.
-         Si, venga. No es tan raro ver a dos personas que llegan tarde corriendo como locas, ¿no?- intentaba animarme, y lo consiguió.
-         Bueno visto así… ¡Venga!- me preparé para correr. Él hizo lo mismo.
-         1…2…3… ¡YA!

Empezamos a correr como locos hacia el instituto, y en un santiamén llegamos. Yo acabé sin aliento, no tenía mucha resistencia física. Él no parecía tan cansado.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Capítulo 17.


Yo no me iba a quedar atrás, le contesté:

Gracias a ti, Javier. Gracias por ensañarme a creer en el verdadero amor, y por dejarme vivir este sueño junto a ti. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, y no quiero que nada estropeé esto. Lucharé lo que haga falta para que ese cinco de Abril no se derrumbe. Te quiero.

No lo hice tan bien como él, pero expresé lo que sentía… y en eso consistía, ¿no? Además le puse nuestra fecha, así no se olvidaría de ella nunca. Aunque a mí no me hacía falta escribirlo, ni si quiera ningún recuerdo para acordarme de nuestra fecha y de lo que le quería.
Iba todo perfecto hasta que se acabo el fin de semana. Entre semana no nos veíamos mucho, y es que llevarlo en secreto no nos era nada fácil. Y entre lo deberes y demás pocas veces nos encontrábamos.
Pero ese día vino a recogerme a la salida del colegio, él y otro chico. No tenía ni idea de quien era, pero parecía un amigo suyo. Iba vestido más o menos como Javier: pantalones vaqueros y camiseta de color llamativo ajustada. Era alto pero Javier era más moreno.
Me despedí de mis amigas y me acerqué a ellos. Le di un beso a Javier, y está vez en la boca. Ya no me lo pensaba. Habían pasado muchas cosas entre nosotros  y no merecía la pena dudar. Segundos después el amigo de Javier se acercó a mí y me dio dos besos.
-         Carol, te presento a Antonio.
-         Ah, ¡hola!- no sabía que más decir. No lo conocía de nada, y tampoco yo era demasiado atrevida para hablar demasiado. Solía ser reservada, genes de mi madre.
-         ¿Te ha gustado mi sorpresa?- dijo con una sonrisa en la cara.
-         ¡Pues claro que me ha gustado!- estaba muy feliz de tenerle cerca mía otra vez, pero tenía miedo por la gente de alrededor. ¿Y si se lo decían a mis padres? Cualquier profesor le podría comentar algo…
-         Bueno, ¿nos vamos?- dijo Javier.
-         Vale.
Me fijé que los dos iban en moto. Javier tenía la suya de siempre, una grande y roja. Antonio, su amigo tenía otra igual de grande pero era azul y negra. Antonio se montó primero.
-         Javier, nos vemos donde siempre.- y le guiñó un ojo. A mí me hizo un gesto con la cabeza, supongo que era un “adiós”.
-         ¡Vale, allí estaré!- y le sonrió.
Segundos después Antonio arrancó la moto, y se fue a toda velocidad por la carretera. No llegué a conocerle muy bien, pero parecía un tipo de estos con el que no se solían meter. Un típico y puro ejemplo de los amigos con los que se juntaba Javier.
Me preguntaba a que sitio se referían…

Javier me montó en la moto y me dejó cerca de mi casa. Me dijo que mañana intentaría volver a verme, y venir a recogerme a la salida del instituto.
A mi me encantaba que viniera, pero a la vez tenía tanto miedo… Supongo que los seres humanos siempre vamos hacia la tentación y el deseo, sea cual sea la consecuencia. Y si eso era así, yo era la más humana de todas.

lunes, 15 de agosto de 2011

Capítulo 16.

-         ¿Diga?- le noté la voz apagada.
-         Javier, soy Carolina. Te llamaba por que ya no puedo más y necesito hablar contigo. Todo esto me supera.- dije con voz ahogada.
-         Ni yo Carol, ni yo…
Se me partía el alma de escucharlo así. Yo le quería, y no podía imaginarse cuánto. Quizás en estos momentos él dudase de mi amor, y era normal. Pero también se sentía culpable, muy culpable, se lo notaba en la voz.
-         ¿Quedamos a las seis en nuestro parque?- dije dudosa. No sabía qué me iba a contestar, ni como iba a reaccionar…
-         Claro, allí nos vemos.- y colgó.
No se despidió de mí ni siquiera. Y no sabía por qué, ¡si la que tenía que estar enfadada era yo! Pero bueno, pensaba ir de todas formas. Era lo único que podía hacer ya…
 Me vestí y salí corriendo para el parque. Mis padres estaban echando la siesta, así que les dejé una nota en la nevera:

Queridos mamá y papá: he salido un momento al centro, por que me hacen fata algunas cosillas. Si necesitáis cualquier cosa me llamáis al móvil. ¡Os quiero!

Y me fui. En cuanto llegué al parque le vi. Estaba de brazos cruzados, dando vueltas para acá y para allá todo el rato. Estaba nervioso, y yo también. Me acerqué a él, y cuando me vio se dirigió hacia la dirección en la que yo estaba. Cuando nos quedamos el uno frente al otro no sabíamos qué decir.

-         Lo siento- en sus ojos pude ver el mayor de los arrepentimientos.
-         No puedo más, Javier. Y entiéndeme, lo pasé fatal. Tienes unos amigos que son una porquería, fumas, y encima me mientes. Y lo peor es que por esas mismas mentiras yo me metí en ese lío… ¡que me podían haber metido un navajazo, joder!
-         Lo sé, Carol… Y lo siento mucho. Y te juro, y te volveré a jurar todas las veces que tú quieras que no volverá a pasar. Pero por favor solo necesito otra oportunidad… Sé que es difícil, pero…
-         Vale, está bien… Creeré y confiaré en ti otra vez más. Pero por favor esta vez no me falles, que te juro que me hundo del todo, Javier… Que eres lo que más quiero- y se me saltó una lágrima.
Acto seguido me besó. Ya echaba de menos sus besos, y aunque mis lágrimas aún corrían por mis mejillas, estaba feliz, enormemente feliz. Y solo por una cosa: por que le tenía a él. Estaba junto a mí, y lo habíamos arreglado todo, eso para mí ya era como estar en el paraíso.

Cuando pasó la tarde, me dejó cerca de mi casa, ya que mis padres seguían sin saber lo nuestro. Me despedí de él y se fue.
Cuando llegué a mi casa parecía otra, y mis padres también lo notaban. Sonreía sin motivo alguno, estuve muy cariñosa con todos… Ahora ya no veía otra vida más allá de mi sonrisa y de mi felicidad. Ahora todo era diferente.
Cuando llegué a mi cuarto me sonó el móvil, era un mensaje de Javier.

Gracias por perdonarme y a la vez hacerme el chico más feliz del mundo a tu lado, Carolina. Te prometo que esto no volverá a pasar y que haré todo lo posible por que no nos separemos NUNCA. Te quiero.

sábado, 13 de agosto de 2011

Capítulo 15.


-         ¡Carol!
-         María, ¿qué haces aquí?- le pregunté extrañada. No sabía como me había encontrado y tampoco por qué había venido a buscarme.
-         Carol, llevas semanas sin cogerme el teléfono, ¿qué te pasa?
-         Nada- dije cabizbaja.
-         No, nada no. Cuéntame, ¿qué pasó la tarde esa en la que desapareciste a la salida del instituto y no regresaste hasta el anochecer?
No me quedó más remedio, se lo expliqué todo. Cuando terminé noté el miedo y la preocupación en sus ojos. No sabía que decirme ni como tranquilizarme.
-         Sí, lo sé. No sabes qué decir…- le dije cabizbaja.
-         Solo se me ocurren tres palabras: es un cabrón. ¿Cómo puede juntarse con esa gente y encima ponerte a ti en peligro?- dijo enfadada.
-         Hombre… también fui yo la que fue buscando a esos macarras para encontrar alguna respuesta…
-         Pero no la tendrías que haber buscado si él fuese como tenía que ser, Carol. Tenía que ser una persona en condiciones, y juntarse con buena gente. ¡No que por su culpa tú has estado en peligro, Carol!
-         Lo sé, María, lo se… Pero es que la duda me mataba, y lo peor es que ahora no sé que hacer.- cada vez me iba consumiendo más la tristeza.
-         ¡Hablar con él! Eso es lo que tienes que hacer, Carol. Y aclararlo todo bien, a ver que pasa. Y que sepas que para lo bueno y para lo malo me tienes aquí.- y se le dibujó una sonrisa en su cara.
-         Lo sé, María. Y no sabría que hacer sin ti. Eso también lo sabes, ¿verdad?- y me reí. Era una de las pocas personas que en momentos como esos me sacaba una sonrisilla.
-         Sí, lo sé.- se rió también.
Me puse de pie y le abracé como nunca antes lo había hecho. Ella era mucho en mi vida, quizás ella no sabía hasta que punto e incluso yo tampoco, pero era mucho, eso sí lo sabía, y supongo que ella también.
Pasamos por al lado de ese chico rubio, y María se le quedó mirando.
-         Oye Carol, ese chico me suena de algo, ¿a ti no?
-         Sí, a mi también. Pero no logro recordar de qué.
-         A mi solo me suena del instituto, la verdad.- dijo sin darle mucha importancia.
-         Yo estoy casi segura de que lo conozco de algo más, pero no consigo recordar de qué…- seguía confusa, pero tampoco estaba yo para pensar mucho.
-         ¿Y qué hace aquí?- preguntó extrañada.
-         Yo que se, maría. Estará dando una vuelta.- le quité peso a la conversación. Sabía que era mucha casualidad que estuviese allí, pero no le dí más vueltas. Existían las casualidades, ¿no? Entonces todo eso era casualidad. Tema zanjado.
Caminamos hasta cansarnos, luego nos despedimos y me fui con la promesa de llamar a Javier en cuanto llegase a mi casa. Y cumplí mi promesa.

jueves, 11 de agosto de 2011

Capítulo 14.

Y yo no paraba de caminar. Por cada paso una lágrima recorría mis mejillas y así sucesivamente día tras otro, y pasaban los días, las semanas y yo seguía igual. No contestaba a sus llamadas, y siempre que podía le evitaba. Tampoco comía ni dormía muy bien, por que todavía podía recordar esa navaja tan cerca de mi cuerpo y cada vez que lo hacía un escalofrío recorría todo mi cuerpo.
Y ya no podía más. Decidí salir a que me diera el aire, a despejarme... pero sobretodo, a pensar que era lo que tenía que hacer para hacerle frente a esta situación.
Y me sentí como una estúpida, pero sabía que no había otro sitio mejor para pensar que el parque, nuestro parque. Sí, sé que ese parque estaba empapado de recuerdos suyos, pero algo me decía que allí encontraría una solución.
Cuando llegué me senté en nuestro banco y me detuve en mirar al horizonte buscando alguna solución para mi problema. Entonces me di cuenta de que no estaba sola en ese parque. Me sonaba su cara de verle por el instituto y de algo más... pero nunca lograba recordar de que. Ese chico rubio de ojos azules me tenía confundida, por que por más que le daba vueltas no lograba adivinar quién era ni por que estaba casi siempre donde yo estaba, aunque también pensé que puede ser pura casualidad, pero justo en este parque escondido del mundo... ¿Puede haber tanta casualidad?
De todas formas yo tampoco estaba para pensar mucho en otras cosas que no fueran él... Javier. Desde las últimas semanas él era mi única preocupación y yo no podía más. Ya no sabía que hacer, pero es que le quería tanto que todo esto me superaba. Quería arreglar las cosas, pero pasé demasiado miedo y estaba muy confundida... y lo peor: seguía en ese parque sin saber que hacer.
A lo lejos vi una silueta que me sonaba. Era María. No tenía ni idea de como me había encontrado...

viernes, 22 de julio de 2011

Capítulo 13.

Ellos seguían corriendo detrás de mí y yo corría como una loca buscando una salida o esconderme en algún sitio, pero es que no conocía nada de esta zona, no se como me las iba a apañar…
Entonces, entre uno de las callejones lo vi, ¡era Javier! Por lo menos tenía algo de ayuda a pesar de todos los problemas que él suponía. Corrí hacia él.
-          ¿Carol que te pasa?- dijo preocupado.
-          Javier… tu amiga… y sus amigos… ¡ayúdame!- no podía hablar bien, me estaba ahogando.
-          ¿Qué amiga Carol? ¿Qué dices? ¡Por favor no me asustes! ¡¿Y esa sangre?!
-          ¡Me ha rajado tu amiguita!- dije ya con el aliento recuperado. Estaba muy enfadada.
-          ¿Cómo?- nunca lo había visto abrir los ojos así. Estaba preocupado.
Entonces apareció ella, con todos sus amigos detrás.
-          ¿Lola? ¿Estás loca o que?- yo solo me preocupé de mirar.
-          ¡Ha sido ella que me ha matado a preguntas! Y yo, pues que quieres que te diga, ¡a mi no se me viene con tantas preguntas!
-          ¿Qué preguntas Carol?- se giró y me miró.
-          Todas las que tenía, Javier. Entiéndeme, ¡ya no podía más! Estoy harta de secretos, de mentiras, de TODO. Y solo quería sacarme de dudas, pero veo que aquí tu amiguita no es muy amable.
Lola no hacía nada más que fulminarme con la mirada.
-          Bueno ya hablaremos tú y yo más tranquilamente, Lola.
-          ¡Cuando tú quieras! Yo no tengo nada que ocultar.- dijo con la cabeza bien alta.
-          ¡Ni yo tampoco!- exclamé.
Javier me cogió del brazo y me llevó lejos de allí. A nuestro parque.
En una fuente que había allí y con unos pañuelos me curó la herida. Mientras estuvimos hablando:
-          Carol, no vuelvas a hacer esto, por favor.
-          Si tú no me hubieras dado motivos no lo hubiera hecho.- dije enfadada.
-          Lo siento, ¿vale?
-          No, no me vale. Estoy harta de tus mentiras y tus secretitos. Y no se si esto va a alguna parte así Javier.
-          ¿Qué quieres decir?- le noté preocupado.
-          Pues que no se si quiero seguir así, metiéndome en líos por tu culpa y aguantando tus mentiras…
-          Pero…
-          Mañana hablamos, ¿vale? Déjame pensarlo todo bien… que hoy ha sido un día demasiado duro para mí. Además, en mi casa tienen que estar preocupados. No he ido desde que me fui esta mañana, pero quiero que sepas que todo lo que hago lo hago por ti, por que te quiero. Por que aunque sea una locura la haría y la repetiría mil veces si hace falta solo por ti… Que te quede claro.
Él se quedó sin palabras, solo pudo seguirme con la mirada mientras yo me iba alejando poco a poco.

Capítulo 12.

La chica esta se dirigía hacia la salida del instituto, y yo la pensaba seguir hasta el mismo infierno si hiciera falta. Iba con una muchacha rubia como yo, pero era más pequeña, o por lo menos lo parecía. Se despidieron y la chica que me interesaba se fue por el camino opuesto al de mi casa. Pero yo la seguí de todas maneras.
Se metió por unos callejones muy raros, yo nunca había pasado por allí. Tenía miedo, pero podía conmigo la curiosidad y estas dudas que seguían en mi cabeza tenían que resolverse.
Los callejones daban a un parque escondido, y cuando ella llegó se paro justo enfrente de una pandilla de chicos que estaban fumando y yo diría que también se estaban drogando… Mi miedo creció aún más.
Decidí acercarme, por que para algo la había seguido hasta allí…
-          Perdona- me temblaba la voz.
-          ¿Qué quieres? ¿Quién eres tú?- parecía cabreada, o simplemente se pregunta que hacía yo ahí, tal vez se acordaba de mi…
-          Hola, soy la del otro día. La novia de Javier.
-          ¡Ah, ya me acuerdo! ¿Y que quieres?
-          Solo quería preguntarte algunas cosas…- le dije preocupada.
-          Pero vamos a ver, ¿tu que te crees niñata, que eres policía o que?- la cosa se estaba poniendo fea…
-           No, solo quiero sacarme de dudas. Solo quiero que me digas si el otro día te liaste con mi novio… Y se sincera, por favor.
-          Vamos a ver, ¡yo no te tengo que dar explicaciones de nada!- me dijo enfurecida. Y en eso momento sacó una navaja que tenía ella en el bolsillo. Me quedé helada, no sabía que hacer.
-          ¡Espera un momento! ¡Vamos a hablarlo, solo quiero que me respondas!- dije casi con la voz ahogada.
-          ¡Y sigue la niñata esta!- me acercó la navaja a la barriga. Mira en primer lugar yo no me he liado con tu novio, solo que es él el que me da el tabaco y me consigue todo lo que le pido yo.
-          ¿Y por que hace eso?- casi se me caen las lágrimas.
-          ¡Por que quiere, vamos a ver! ¿Es que no puede hacer lo que él quiera o qué?- se me acercó un poco más.
-          No entiendo nada…
-          Bueno que eso tiene una recompensa el chico no es tonto, sabe lo que quiere…- dijo con una sonrisa maliciosa en su cara.
No me gustaba nada esa tía. Iba echa un asco, toda sucia y con la navaja en la mano. La verdad es que no sabía que hacer, bueno sí… lo que debía de hacer era salir corriendo de allí, pero me quedaban dos preguntas: ¿A que se refería con lo de “sabe lo que quiere? ¿Qué le dará ella a cambio?
Pero justo cuando se lo iba a preguntar me rajó la mano con la navaja.
Dios, sangre… No podía con la sangre. Sentía que me mareaba, todo me daba vueltas y la vista se me empezó a nublar… ¿Cómo había sido posible? Me había rajada con la navaja… y yo seguí ahí parada sin saber que hacer.
Ya reaccioné cuando los otros que estaban detrás de ella se levantaron y  dijeron de ir a por mí. Ahí empecé a correr, por la cuenta que me traía. Tenía miedo, mucho miedo y pensaba en Javier y en todas las estupideces que hacía por él… esto se tenía que acabar…

jueves, 21 de julio de 2011

Capítulo 11.

Riiiiiiiiiiiing. Otra vez el maldito despertador. Otra vez se repetía el día, vuelta el instituto. Y yo seguí dándole vueltas a lo mismo de siempre, a mi mayor preocupación: JAVIER.
Pero no encontraba ninguna respuesta para mis cientos de dudas... Pero yo seguía pensando en él...


Era ya la última hora de clase, y estaba deseando que tocase el timbre para irme a mi casa y pensar más tranquilamente allí, por que en el instituto era ¡imposible! 
Al acabar la clase me fui a mi taquilla, y justo allí estaba Maria José, una amiga mía de la infancia con la cual seguía en contacto a pesar de los muchos años, nuestra amistad seguía en pie. Era morena, delgada y alta, y estaba justo delante de mi taquilla, lo cual se me hacía raro...

-          ¡Maria José!- dije entusiasmada.
-          ¡Carooooooooool!- ella me contestó eufórica.
-          ¿Qué pasa? ¿Que te trae por mi taquilla?- dije alegre y amable.
-          Pues nada que quería verte, ¡que no se nada de ti! ¿Qué es de tu vida?
-          Pues la mía como siempre, todo sigue igual, nada interesante…- le contesté intentando ocultar mi tristeza.
-          Eso no me convence mucho ¿eh? ¿Seguro que estás bien?- dijo preocupada. Ella siempre me cuidaba y se preocupaba por mí. Era una cosa que ella hacía desde que éramos pequeñas y que a mi me encantaba.
-          Seguro, tu tranquila.
Y justo en ese momento pasó ella, ¡la chica que estaba con Javier! En cuanto la vi la reconocí. Me era muy difícil de olvidar, ya que sospechaba de ella.
La seguí con la mirada, y pensé en seguirla. Pero se me pasó un pequeño detalle: yo estaba hablando con Maria José, y tenía que salir de allí lo más rápido que pudiera sin levantar sospechas…
-          Bueno Maria José yo me tengo que ir ya, es que tengo mucha hambre y quiero llegar a mi casa rápido. Luego hablamos, ¿vale?- le dije apresurada.
-           Bueno,vale. Luego hablamos. ¡Cuídate!- no me lo dijo muy convencida.
-          ¡Lo mismo digo preciosa!- no se si estaba haciendo lo correcto, y tampoco sabía qué me iba a pasar ahora ni lo que iba a descubrir, pero yo quería a Javier y ahora mismo solo me importaba averiguarlo todo y sacarme de dudas.
Vi como Maria José se alejaba a la vez que yo corría en el dirección opuesta, detrás de la chica esta. Me sabía mal dejar así a Maria José, por que yo la quería mucho, demasiado, pero este era mi momento. El momento que tanto quería, mi oportunidad para saber la maldita verdad. 

lunes, 18 de julio de 2011

Capítulo 10.

Mi hermana Rosa vino a mi cuarto a darme un beso antes de dormir y me contó todo lo que hizo en el colegio. Estuvimos hablando en mi cama:
-          Hermanita, hoy no me ha ido muy bien…- dijo tristona y cabizbaja.
-          ¿Y eso por que? A ver cuéntame pequeña.- me partía el alma verla así, y no paraba de preguntarme por que estaba así… ¿qué problemas podría tener una niña tan pequeña?
-          Pues por que un amigo mío me mintió.
-          ¿Te mintió?- bueno esto ya me estaba sonando un poco más… A mi me acababan de mentir, y se lo que dolía… pero por suerte lo de Rosita no sería tan grave como lo mío.
-          Si, por que me dijo que iba a jugar conmigo en el recreo y no lo hizo…
-          Bah, tu no le hagas caso a ese niño, que no merece que juegues con el Rosita, tu juega con otros niños y niñas, y pasa de él, que es lo que se merece…- pensé me tendría que aplicar el cuento.
-          ¡Vale hermanita! Jo muchas gracias por todo, siempre estás ahí cuando te necesito.
-          No hay de que pequeña. Ya sabes que siempre me tendrás aquí, contigo. Y ahora a dormir que viene el coco, ¡corre!
-          ¡Vale hermanita! Te quiero.
-          Yo también te quiero pequeñaja.
Cuando ya se fue me dediqué a pensar en los insignificantes problemas que podía tener una niña de 7 años, pero que esos problemas eran los peores para ellos, parecía como si se le callese el mundo encima. Por eso nos gustaría ser a veces pequeños, tener sus problemas. Que fueran así de graves, y no como ahora.
Me quedé pensando en él, en Javier. Y a veces prefería no pensar en el porque me provocaba tantas dudas…
¿Por qué me mintió? ¿Qué hacía esa chica allí y quién era? ¿Cómo se sentirá ahora él? ¿Estará igual que yo? ¿Se sentirá culpable? ¿O simplemente le dará igual  todo?
Yo ya no quería ni pensar en él.
¿Cómo podría resolver mis dudas? ¡¿Cómo?! Estaba completamente sola en esto. Esta vez sí. Ahora me tocaba a mí actuar, yo sola, sin ayuda de nadie.
Y no se si voy a ser capaz de hacerlo, por que me derrumbo por momentos pero por lo menos lo intentaré y no haré otra cosa que pensar en algo que pueda hacer para facilitarme las cosas…
Y pensando, me quedé dormida.

miércoles, 15 de junio de 2011

Capítulo 9.

Cuando llegué al parque él ya estaba sentado fumando un cigarro.
-          ¿Fumas?- dije preocupada.
-          Bueno, creo que primero se dice hola, ¿no?- me dijo con un aire
chulesco y atrevido.
-          Me da igual en este momento lo que se diga, no puedo creer que
fumes… ¿No sabes que eso es muy malo para ti?- dije enfadada.
-          Ya… lo sé, pero ¿qué puedo hacer? No puedo
dejarlo. Es como una droga Carol…- bajó la cabeza.
-          Sí, si puedes hacer algo. Puedes dejarlo por mí,
por nuestro amor, por tu salud… Por favor inténtalo…
-          Uf, no se, no se…
-          ¡Por favor!
-          Bueno, vale. Lo dejaré por ti.
-          ¡Genial!- le quería tanto...
Volví a mi casa con esa sonrisa otra vez…

Seguía en mi cuarto, pensado en él todo el rato… Y se me ocurrió que podría salir por ahí a dar un paseo yo sola, para ver si lo veía. Y así lo hice.
Me recorrí todos los lugares posibles que él solía frecuentar pero no lo vi por ningún lado. Solo me quedaba un sitio: Nuestro parque. Me dirigí hasta allí.
Vi a uno que se parecía a él, era también alto y moreno a la vez que delgado, solo que estaba fumando y con otra chica. Y ninguna de las dos cosas era ya que me prometió no fumar y tampoco iba a estar  con otra chica, ya que tenía novia y esa era yo. Pero por si acaso me detuve a mirar más detenidamente, y en ese momento me arrepentí de tener ojos, de haber dado marcha atrás y haber mirado… Por que era él, Javier.
No lo podía creer… ¿Otra vez? ¿Otra vez me estaba poniendo la vida a aprueba? En serio, yo ya no podía más.
Me dirigí hacia él. Me temblaban las piernas y otra vez sentí esa falta de respiración.
-          No me lo puedo creer… ¡Me lo prometiste!
Javier, al escucharme se giró del todo y se me quedó mirando. Nunca lo había visto más sorprendido y eso me hundió, por que me hacía creer que estaba haciendo algo malo, y era evidente que así era.
-          No es lo que tu piensas, Carol…- dijo preocupado.
-          Ah, y ¿se puede saber qué es lo que piensas que estoy pensando en este mismo instante?- dije enfurecida.
Me di cuenta de que estaba muy nervioso por su voz y por los gestos que hacía. La otra chica que estaba con él se fue más bien corriendo, e hizo bien por que ya a esas alturas yo no sabía como iba a reaccionar…
-          A ver te explico, ella es solo una amiga, ¿vale?
-          ¿Y ese cigarro? Venga, invéntate otra excusa de esas tuyas, que me encanta verte improvisar, valdrías para actor, ¿eh?- dije con cierta ironía.
-          Carol, por favor, no te enfades. Te dije que era muy difícil quitarse y no creas que no lo he intentado…
-          ¡Pero no me mientas! Odio que me mientan, y creo que me conoces lo suficiente para saberlo. Si no puedes dímelo pero no me mientas por favor. No me ha podido sentar peor verte así y con esa… ¿Quién era entonces?
-          Una amiga, ya te lo he dicho.- dijo apartando la mirada.
-          ¿Una amiga? ¿Y se puede saber que hacíais?- cada vez tenía menos paciencia.
Yo solo intentaba hacerme la fuerte y la valiente, quería hacer creerle que tenía coraje por una vez en mi vida, pero, lo cierto es que me estaba desmoronando por segundos… Y yo ya lo sabía, no soy tan fuerte como a mi me gustaría.
-          Nada, Carol. ¡Te lo juro!- esta vez si me miró a los ojos.
-          Vale, vale… Como tú quieras. Me voy ya que mañana hay instituto y tengo que levantarme muy temprano.
-          Vale, Carol. Descansa y no pienses más en esto. Te juro que ya no volverá a pasar y te contaré todo lo que sienta o lo que me pase- me dijo con esa sonrisa que a mi tanto me gustaba.
-          Vale. Mañana hablamos. ¡Te quiero!
A cada paso que daba me sentía peor, y peor, y peor…Y las lágrimas brotaban de mis ojos, así sin más, sin poderlas parar.
 Llegué a la entrada de mi casa, y antes de llamar a mi puerta me miré en el espejo, me sequé las lágrimas y puse unas de las mejores sonrisas que podía tener en esos momentos, o sea, las peores.
Me decidí a llamar y mi abrió mi padre. Me preguntó que dónde había estado y le dije que dando un paseo. Últimamente no paraba de mentir, y odiaba eso. No me gustaba mentirles a ellos y tampoco me gustaba llevarlo en secreto, pero se que ellos jamás lo aceptarían…

Capítulo 8.


No paraba de recordar todas esas cosas que me dijo aquella tarde... Y ahora me sentía estúpida, ¿cómo he podido desconfiar de él? Supongo que los mismos nervios me guiaron a reaccionar así, es que me parecía que todo estaba tan claro... Menos mal que todo sigue bien o por lo menos lo suficiente para que yo pueda respirar, sin preocupaciones demasiado serias.

Pensé en el sábado, y luego recordé que me dijo de ir al cine... ¡¿AL CINE?! Con la gente que hay en el cine, alguien nos ve seguro... ¡Otro problema más! Parece como si la vida nos pusiera pruebas constantemente para ver hasta donde somos capaces de llegar, y yo podía aguantar pero no mucho más... No estoy acostumbrada a esto, no soy tan fuerte...
Pensé y pensé y no se me ocurría absolutamente nada para evitar ir allí. Bueno, solo tenía una idea pero no estaba muy convencida, es que eso de no presentarme allí a la hora estaría feo pero... es lo único que me queda, creo que no tengo otra opción. ¡Así que eso es lo que haré!

Llegaron las cinco, y yo seguí en mi cuarto. Estaba muy nerviosa, por que no sabía si esto era lo correcto, pero no paraba de repetirme a mi misma que lo hiciera, que era lo que debía hacer.
De repente me sonó el movil, era él, Javier. ¡Menos mal que lo tenía en silencio! Le corté la llamada. 
¿Pero que haces Carol? Me dije a mi misma. Ya no sabía ni que estaba haciendo ni el por qué de todo esto, así que cogí el teléfono y marqué su número.
-          ¿Carol? ¿Por qué no me has contestado?
-          Javier… verás, es que no puedo ir al cine contigo por que hay mucha gente y entiende que yo no puedo salir por esos sitios, entiéndeme…
-          Vale, sí, te entiendo. ¡Pero tienes que entenderme tú a mi también! Yo te quiero y quiero salir a dar una vuelta por ahí contigo y ¿qué pasa? ¿Qué no puedo o qué?
-          Sí, si podemos pero no por el centro ni esas cosas. Por favor solo te pido que me entiendas, que para mí tampoco es fácil. A ver si tu te crees que a mi me gusta llevarlo en secreto Javier…
-          Ya, pero es que es un poco incómodo estar así… Además, ¿Por qué no me has dicho que no querías ir al cine antes?
-          Por que no sabía cómo decírtelo. Por eso te he colgado el móvil, lo siento…
-          Bueno por lo menos sal de tu casa que yo te vea, y pasamos lo tarde juntos.
-          Vale, espérame en nuestro parque.
-          Vale.
Ya se convirtió en “nuestro parque”. Y es que justo ahí pasaron tantas cosas inolvidables… 

martes, 31 de mayo de 2011

Capítulo 7.

Llegó el fin de semana y cada vez tenía más ganas de verlo, y de que me explicara todas esas cosas sin sentido que rondaban por mi cabeza de adolescente.
Lo llamé muy seria para quedar con él. Tenía miedo de que la respuesta fuese que sí. Podía sentir como se me comprimía el pecho y me quedaba casi sin aliento. Pero decidí quedar con él, tenía que quitarme esta maldita venda de mis ojos.
Quedé con él en el parque de siempre, y por lo que vi, llegaba tarde. Ya eran más de las cinco y odiaba que fuera impuntual, y sobretodo si tenía esta duda devorándome por dentro.
Por fin apareció, y corrí hacia él. Me fue a dar un beso, pero le aparté la cara. Se quedó mirándome extrañado y no tuvo más remedio que decir un: “¿Qué te pasa?
Y yo aproveché para expresar y sacar cada uno de mis sentimientos.
                   -     ¿Que qué me pasa?
-           ¡Sí! Si lo supiera no te estaría preguntando.
-          Pues me pasa que me he enterado de que me has sido infiel con otra.
Dime si es verdad por favor, es mejor ahora… me hará menos daño.
-          ¿Cómo? ¿Quién ha dicho eso?
-          No se quién es. Solo se que está en mi instituto, pero no ha querido dar
información, ni nombres, ni nada… Solo se ha entretenido en dejarme con esta maldita duda, así que, por favor, dime la verdad.
Se quedó un momento mirando al suelo y luego me dijo:
-          ¿Pero no ves lo que pasa? ¿No te das cuenta?
-          ¿Qué pasa de qué? ¿Qué dices?- se me iba agotando la paciencia.
-          ¡Que todo esto es un invento de cualquiera para separarnos! Y que no
me extrañaría nada que fuera cualquiera de las amigas de tus enemigas o ago así. Yo te juro que no te he sido infiel, además, ¿cómo puedes dudarlo? Yo jamás sería capaz de hacerte una cosa así Carol. Eres lo mejor que me a pasado en la vida y no lo voy a echar a perder por lo que diga la gente. Pienso luchar por lo nuestro, no te voy a dejar ir.
No sabía que decir.
-          Anda ven- me dijo. Y acto seguido me abrazó como nunca antes lo
había hecho. Era increíble. Ya no tenía dudas, él no podía hacerme eso.
-          Lo siento… Siento haber desconfiado de ti.
-          No, no pasa nada. Si te entiendo. Yo también me hubiera preocupado y
hubiera hecho muchas preguntas. Tranquila.
-          Eres el mejor, Javier.
-          Sabes que no. Oye, y por qué no quedamos mañana Sábado, y vamos
a donde tú quieras.
                  -      ¡Vale! Me parece perfecto.
          Y nos besamos.