Cuando llegué al parque él ya estaba sentado fumando un cigarro.
- ¿Fumas?- dije preocupada.
- Bueno, creo que primero se dice hola, ¿no?- me dijo con un aire
chulesco y atrevido.
- Me da igual en este momento lo que se diga, no puedo creer que
fumes… ¿No sabes que eso es muy malo para ti?- dije enfadada.
- Ya… lo sé, pero ¿qué puedo hacer? No puedo
dejarlo. Es como una droga Carol…- bajó la cabeza.
- Sí, si puedes hacer algo. Puedes dejarlo por mí,
por nuestro amor, por tu salud… Por favor inténtalo…
- Uf, no se, no se…
- ¡Por favor!
- Bueno, vale. Lo dejaré por ti.
- ¡Genial!- le quería tanto...
Volví a mi casa con esa sonrisa otra vez…
Seguía en mi cuarto, pensado en él todo el rato… Y se me ocurrió que podría salir por ahí a dar un paseo yo sola, para ver si lo veía. Y así lo hice.
Me recorrí todos los lugares posibles que él solía frecuentar pero no lo vi por ningún lado. Solo me quedaba un sitio: Nuestro parque. Me dirigí hasta allí.
Vi a uno que se parecía a él, era también alto y moreno a la vez que delgado, solo que estaba fumando y con otra chica. Y ninguna de las dos cosas era ya que me prometió no fumar y tampoco iba a estar con otra chica, ya que tenía novia y esa era yo. Pero por si acaso me detuve a mirar más detenidamente, y en ese momento me arrepentí de tener ojos, de haber dado marcha atrás y haber mirado… Por que era él, Javier.
No lo podía creer… ¿Otra vez? ¿Otra vez me estaba poniendo la vida a aprueba? En serio, yo ya no podía más.
Me dirigí hacia él. Me temblaban las piernas y otra vez sentí esa falta de respiración.
- No me lo puedo creer… ¡Me lo prometiste!
Javier, al escucharme se giró del todo y se me quedó mirando. Nunca lo había visto más sorprendido y eso me hundió, por que me hacía creer que estaba haciendo algo malo, y era evidente que así era.
- No es lo que tu piensas, Carol…- dijo preocupado.
- Ah, y ¿se puede saber qué es lo que piensas que estoy pensando en este mismo instante?- dije enfurecida.
Me di cuenta de que estaba muy nervioso por su voz y por los gestos que hacía. La otra chica que estaba con él se fue más bien corriendo, e hizo bien por que ya a esas alturas yo no sabía como iba a reaccionar…
- A ver te explico, ella es solo una amiga, ¿vale?
- ¿Y ese cigarro? Venga, invéntate otra excusa de esas tuyas, que me encanta verte improvisar, valdrías para actor, ¿eh?- dije con cierta ironía.
- Carol, por favor, no te enfades. Te dije que era muy difícil quitarse y no creas que no lo he intentado…
- ¡Pero no me mientas! Odio que me mientan, y creo que me conoces lo suficiente para saberlo. Si no puedes dímelo pero no me mientas por favor. No me ha podido sentar peor verte así y con esa… ¿Quién era entonces?
- Una amiga, ya te lo he dicho.- dijo apartando la mirada.
- ¿Una amiga? ¿Y se puede saber que hacíais?- cada vez tenía menos paciencia.
Yo solo intentaba hacerme la fuerte y la valiente, quería hacer creerle que tenía coraje por una vez en mi vida, pero, lo cierto es que me estaba desmoronando por segundos… Y yo ya lo sabía, no soy tan fuerte como a mi me gustaría.
- Nada, Carol. ¡Te lo juro!- esta vez si me miró a los ojos.
- Vale, vale… Como tú quieras. Me voy ya que mañana hay instituto y tengo que levantarme muy temprano.
- Vale, Carol. Descansa y no pienses más en esto. Te juro que ya no volverá a pasar y te contaré todo lo que sienta o lo que me pase- me dijo con esa sonrisa que a mi tanto me gustaba.
- Vale. Mañana hablamos. ¡Te quiero!
A cada paso que daba me sentía peor, y peor, y peor…Y las lágrimas brotaban de mis ojos, así sin más, sin poderlas parar.
Llegué a la entrada de mi casa, y antes de llamar a mi puerta me miré en el espejo, me sequé las lágrimas y puse unas de las mejores sonrisas que podía tener en esos momentos, o sea, las peores.
Me decidí a llamar y mi abrió mi padre. Me preguntó que dónde había estado y le dije que dando un paseo. Últimamente no paraba de mentir, y odiaba eso. No me gustaba mentirles a ellos y tampoco me gustaba llevarlo en secreto, pero se que ellos jamás lo aceptarían…